Ando bajo tierra.
Adïós, amar.
Aquí, no se puede,
ya ni respirar.
Miradas vacías,
y en el suponer
toda entraña hallada
cierta como el ver,
vïaja sïempre
en un no querer.
Violín y tambor
hieren más al ser.
Entusiastas miran
pero ya en el ver
hayan la tristeza
y el dolor también.
Y sin puerta ajena
a la que robar,
el mundo se cierra,
el sólo llorar.
viernes, 31 de julio de 2009
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